viernes, 10 de agosto de 2012

Tras dos años de preparación y larga espera... ¡Por fin se acerca el día!


Allá por abril de 2010, cuando me propusieron hacer el Camino de Santiago en bicicleta, desde Sevilla, ni siquiera lo pensé. Respondí "Si". Quizás por la lejanía de la fecha -la cual se antojaba tan inalcanzable, en aquel momento, que la perspectiva del tiempo minimizaba la gesta-, quizás por el espíritu aventurero -que todos llevamos dentro y emerge en esos momentos más inesperados-, o quizás, simplemente por inconsciencia.

Lo cierto es que conforme fueron pasando los días, las semanas, los meses… llega el momento en el que te das cuenta de que sólo faltan unos días para empezar... ¡el DÍA ha llegado!

Ahora, todos son prisas, hay que preparar las bicicletas, los transportines, las alforjas, el equipaje... y te abordan una interminable lista de dudas por resolver; ¿qué hay que llevarse?, ¿qué ropa?, ¿qué calzado?, ¿qué herramientas?, ¿qué…?, ¿qué…?, ¡qué…?. Gracias a la experiencia de otros peregrinos y del promotor de esta idea -mi cuñao, que  ha hecho el camino en dos ocasiones, aunque no este de la vía de la plata- hemos ido obteniendo respuestas a muchas de las dudas que nos han abordado cada vez que surgía la conversación sobre el peregrinaje.

Hoy, con muchas de esas dudas resueltas, sólo nos falta iniciar la gesta para encontrar respuesta a otras cuestiones que nadie nos ha sabido responder y que pertenecen al ámbito personal de cada uno... Por ello, podemos decir que de alguna manera, los miles de peregrinos creyentes, o no creyentes, que hacemos “El Camino”, buscamos respuestas de algún tipo…

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